GASTROGURÚ 17
JOSÉ MARÍA EGEA SÁNCHEZ
LICENCIADO EN TÉCNICAS AMBIENTALES
PROPIETARIO DE TIENDA ECOLÓGICA ZAGALECO
Fotografía: Antonio Juan Gras Alarcón
Dice Lucrecio, poeta y filósofo romano, que “las cosas no
pueden surgir de la nada y, si han surgido, no pueden volver a la nada”.
Al escuchar la lucidez con que éste ambientalista de primera
promoción ha decidido dar un giro a su vida, para practicar la consecución de
una utopía responsable y activa, siento alegría por reafirmarme en la idea de
que las nuevas generaciones mejoran los caminos ya trazados. Porque dejar un
trabajo estable y casi funcionarial por abrir una tienda de venta de productos
ecológicos, y respirar felicidad emocional, saludable y mental, es el ejemplo
palpable de que de las ideas, si tienen
una sólida base, se puede vivir.
José María llegó a la conciencia ecológica casi al mismo
tiempo que su perseverante padre. Uno siendo estudiante universitario y el otro
ya catedrático de liquenologìa. Y cada uno, a su manera, ha perseverado
activamente en su descubrimiento.
La aparente timidez que muestra éste tendero de lo verde, capaz de
analizar con sarcasmo y acidez el radicalismo con que ciertos practicantes de
teorías alimentarias defienden sus posiciones, desaparece cuando habla de los
proyectos que ha ido creando. “Del campo al campus”, una primera experiencia
para acercar la producción agrícola de cercanía hasta los estudiantes y
profesorado de la universidad de Murcia, y que fue el germen de éste Zagaleco
que le lleva, los días que toca reparto, a levantarse a las cinco de la mañana
para hacer las entregas semanas que lleva puerta a puerta. Un considerable
esfuerzo físico que lleva sonriente en parte debido a su dieta macrobiótica.
En dos años Zagaleco se ha transformado casi tanto como él
mismo. Sus clientes, de un espectro de edad y nivel social muy amplio, quieren
poder ver y elegir lo que se llevaran a la boca. Y no solo saben lo que
quieren, sino que lo defienden a ultranza. Porque quieren saber de dónde vienen
las cosas y la cercanía es la base de una relación consensuada. Un equilibrio
al que hay que volver y que la relación entre productor y consumidor, si es
posible, sea de amistad y de reconocimiento.
Esos jóvenes que antes gastaban parte de su dinero en copas
y aperitivos de fin de semana ahora eligen gastarlo en su alimentación
cotidiana. Y lo deseable sería que el ama de casa llenara su cesta con una
compra responsable y natural.
Echa de menos José María a más cocineros activos y empresarios de hostelería que lleven hasta sus
negocios la revolución verde. El progreso ha comenzado por el sector privado.
Que puede practicar cierta religión de la salud mostrándose muchas veces como
talibanes de la alimentación. Aún falta el hábito cotidiano que debe producir
serenidad y no una radicalidad esperpéntica.
Si la alimentación es energía será preferible, y más
saludable, sustentarse con productos criados de una manera más natural, que
respeten y conserven la tierra. La
dualidad alimentación y salud es base de una sociedad mejor preparada
culturalmente.
Ha optado José María por mostrar sus productos bajo un
estético gusto alejado de lo espartano. A lo eco por el diseño parece
decirse quien se lamenta de la
frivolidad de unos políticos que son los únicos en Europa en permitir el uso de
transgénicos.
La naturaleza le ha equilibrado. José María, tendero verde, le devuelve amor generoso de
padre.
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